viernes, 12 de diciembre de 2008

¿CAFÉ?


A menudo por aquí hablamos de andar, de estar en camino y es curioso cuando mi trascacho es precisamente lo contrario, el encontrarse en un lugar cálido, sentado, acurrucado, sin prisas, con un café o una copa en la mano.
El otro día leía un testimonio de una chica de mi edad y era impresionante todo lo que había hecho, sin embargo no me llamó la atención su valor para irse de misiones, ni su capacidad para crear una ONG y gestionarla, ni miré con envidia su capacidad para contagiar a otras personas el entusiasmo por su proyecto, ni me entró el gusanillo ese de “se puede ayudar tanto en otros sitios”, no, había muchas cosas loables en su testimonio, pero lo que verdaderamente me dejó huella fue un hecho simple, ella hizo un parón en su vida, para poder tener tiempo para los demás, para pararse a hablar con la gente, para visitarlos, para poder no tener prisas en los encuentros, en las conversaciones... y esto sí me cuestiona y no sólo me interroga sino que se me queda un sinsabor en el pecho. A lo largo del día estamos con muchas personas con las que intercambiamos poco más que palabras y palabrería, se nos llenan las mesas con papeles que hablan de calidades, de pedagogías, de programaciones que quieren dar respuestas a las necesidades que nosotros creemos que tienen las personas, y sin embargo todos andamos necesitados de un café con charla, de alguien que se siente un instante cuando nos pregunta ¿qué tal? y así, alguna vez, poder contar la verdad, todos necesitamos que alguien se interese por lo que contamos, si bien haya quien cuente lo mismo año tras año, días tras día, aunque haya quienes en su bucle existencial, al acabar de hablar vuelvan a narrar lo mismo como si fuera la primera vez, aunque nos pese en el corazón lo que escuchemos y miremos nuestras manos vacías que no tienen el regalo que esa persona necesita. Podría seguir dando vueltas a la idea, porque se me ha quedado clavada, me lleva a sucesivas preguntas, me lleva a leer mi entorno, a dolerme por las veces que he llegado tarde al café o por las veces que entre tequila y tequila sólo ansiaba hablar y no escuchar, por las veces que la vergüenza me ha impedido llegar a quien está triste o por las ocasiones en las que tu casa estaba demasiado lejos para acercarme allí un ratito, me increpo porque me quedo sin tiempo para llamarte y preguntarte ¿cómo te va? o porque huyo de lo que vas a poder decirme. Vivimos carentes de diálogos y discusiones, somos incapaces de comprender la importancia de lo que escuchamos, sólo entrevemos lo negativo.
Te invito a un café.

¿SOMOS ESTRELLAS?


lunes, 17 de noviembre de 2008

BUSCANDO PALABRAS

Silvio Rodríguez dice que está buscando una palabra, yo ando buscando muchas, tantas como sean necesarias para explicarme a mí misma qué me está pasando. Y las busco y rebusco entre las hojas secas de un parque, entre las paredes macilentas de una gran casa, entre los rincones oscuros de los bares difusos por el humo...
Se toman determinaciones más o menos firmes movidos por un aliento de vitalidad que, en ocasiones, no son plenamente propios de nuestra persona, y de repente te encuentras con que, una vez cumplido lo determinado, tienes las manos completamente vacías y el corazón extraviado.
He dejado pasar muchos versos, les he dejado escaparse como quien, con resignación, deja que alguien se marche aun sabiendo que tú deseas alcanzarlo, aun sabiendo que el otro ansía que le alcancen. He dejado que se desvanecieran muchos pensamientos, profundos, sinceros. He omitido muchas preguntas escapándome, verdaderamente, escurriéndome como gota de lluvia por un cristal. En definitiva, he evitado cualquier acto que supusiera encontrarme frente a mí. Porque no sé a quien me voy a encontrar en frente mío, no sé como será su rostro después de tanto tiempo, porque ignoro el color de unos ojos que nunca he mirado directamente, porque no sé cómo pararme frente a mí y no gritarme, y no llamarme estúpida y no sentirme culpable por lo mal que convivo, porque no sé como decir a quien me encuentra que estoy bien y suene a cierto, porque no sé como poder aislarme de todos aquellos a los que les daña mi conversación ausente, mis respuestas esquivas, mis evasivas, en suma, mi poca atención, porque me he quedado desnuda en mi noche más oscura y fría, se me helaron las manos a la intemperie, me quedé sin fuerzas por una posición estática y aún así no he conseguido que una sola persona alcance a descubrirme. Y si pudiera, si verdaderamente pudiera, me pondría a dar puñetazos hasta que al estirar mis brazos no me tropezara con nadie, pero sé que no puedo.
Me gustaría pararme, no... miento... no quiero pararme, no puedo pararme, no ahora, no de momento, porque si me parara me daría cuenta de que bajo mis pies no hay nada, no hay suelo, no hay mar, no hay cielo, ni barro, ni siquiera el agujero de un pozo yermo. Si me parara me quedaría en el vacío, en el absurdo, me precipitaría hacia los abismos del enmascaramiento y entonces, todo lo hecho no habría sido más que un acto de sufrimiento gratuito. No puedo pararme, tengo que seguir hasta lograr que una de estas mañanas no me hiera tanto el daño que causo, y quizá después de eso, ponerme frente al espejo y saber quién soy, y tal vez después de esto, estirar mis brazos y saber que hay un sentido, breve, efímero, eterno, da lo mismo.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

DESCENTRADA

Descentrada
Sin centro
Sin eje que te clave al suelo.
Sin un punto: línea equidistante
de todos mis extremos.
Pero ¿dónde está mi centro?
¿Está en tu salón, en mis recuerdos?
¿Está en mis inservibles versos?
¿Está en mi corazón, en el cerebro
o en el estómago que se retuerce
en noches sin silencio?
DES ------------------------------ CEN ---------- TRA ---------- DA
Sin centro
Sin aliento
Justificada a la izquierda
Alineada a la derecha
pero sin hallar mi /kéntron/
sin aguijón con el que clavarme al suelo,
al subsuelo
o al cielo.

jueves, 30 de octubre de 2008

VIENTO

Me atraviesa un viento helado
(otoñal, dicen, aunque más bien sea
Preludio del invierno
Frío y yermo)

Me Atraviesa, Decía, Un Viento
Que Se Cuela Por Mis Ojos, Por Mis Labios,
Por Las Palmas De Mis Manos, Por Los Dedos...
Y Se Encuentra Entre Los Malditos Recovecos
De Lo Que Fui, De Lo Que Ahora No Soy,
De Lo Que Soy, De Las Metas Que No Tengo...

Decía, Que Se Me Clava El Viento
Y Con Su Huracán Arranca Del Alma
El Baúl De Las Lágrimas
Que Yo Aún No He Abierto.
Es Otoño, Dicen, Pero Parece Invierno,
Ya No Hay Gente Por Las Calles
Todo Está Vacío, Solitario Y Yerto
Y Yo Que Anhelo Esa Soledad
Que Busqué Y No Tengo:
Me Estremezco,
¿Dónde Estoy Que No Me Encuentro?


MIRO AL SUELO Y TE INQUIERO:
Y TÚ, ¿DÓNDE ESTÁS? ¿NO VES QUE ME EXTRAVIÉ?
Y NO ME VENGAS CON ESAS DE QUE
TE ACOMPAÑO DESDE LEJOS,
NI CON QUE YO ME ALEJÉ DE TI,
PORQUE QUISE SERTE ( O SERME ) FIEL
Y ME PERDÍ.

HOY EL VIENTO ME HIELA EL ALMA
Y DESPEDAZA EL BAÚL DE LAS LÁGRIMAS
ENTRE LOS RECODOS Y ÁNGULOS
DE LO QUE FUI Y AHORA NO SOY.

martes, 14 de octubre de 2008

EL PROBLEMA

El problema no es esta vida
malintencionada y mentirosa,
ni las hojas del otoño
que se clavan en las manos y los ojos
desangrando por igual
el corazón y el alma.
El problema no son tus ojos,
ni otros ojos, ni manos de otros.
El problema soy yo
que respiro bajo el agua,
encharcando mis pulmones
a bocanadas.
El problema es que derribé
muros a arañazos,
que con lágrimas deshice corazas,
para descubrir,
una vez desnuda ante el mundo,
que el problema es que sigo siendo
la misma extraña.

sábado, 6 de septiembre de 2008

SÓLO EN TI YO BEBO POESÍA

Sólo en ti yo bebo poesía,
saciando la sed
en un hombro nuevo,
lamiendo versos
agrios y secos
hasta desgastarlos por completo.
Sólo en ti yo bebo poesía,
me embriago de caricias y melodías
agostando las últimas gotas
de la cálida lluvia caída
en el rincón de tu cuello.
Sólo en ti yo bebo poesía
alimentándome de tus ojos,
me lleno de letras y palabras
que de dolor me envenenan,
miradas alambicadas
que de amor me estrangulan.
Me bebo la poesía
hasta dejarla seca,
pero no se acaba.
No se consume la pena,
con su voz no me desvanezco,
por más poesía que bebo
no desaparezco,
lo único que consigo
es la resaca del gemido.

[Sólo en ti yo bebo poesía título de un libro de crítica literaria de José Carlos Briñón]

jueves, 28 de agosto de 2008

NO TIRAR BASURA


No tires las penas al mar
porque las devuelven las olas
y te azotan horadando
el alma, lamiendo los recuerdos,
arrastrando con la resaca
las miradas calladas;
y con cada golpe
se erosiona el corazón,
se hacen huecos y cavidades
en tus venas.
No lances las penas al mar
porque la resaca las arrastra
de regreso a tu pecho,
aún más inmensas,
aún más furiosas,
más saladas, más amargas

más penas, aún, si cabe.

24-8-2008

Sólo tengo el desgarro
del llanto quedo en la garganta;
las palabras atoradas por la rabia
y los versos atascados en la culpa,
y el gemir, el gemido vacío
en la solitaria noche
con muchas manos ¡ya, sí!
pero al fin, llorando sola
y escribiendo a oscuras.
Y el dolor, el dolor
de haber roto lo que se ama
de haberlo tirado
cuando podría, tal vez, quizá...
cuando podía haberlo arreglado.
Y el espacio vacío en mi dedo
de tu alianza,
que es como haberme quitado
media alma,
que la otra media me la quedo
para el sufrir: el mío, el tuyo
y el de quien lo alcanza.
Y suspiro, suspiro porque no me llega el oxígeno,
porque no es suficiente todo el aire
para seguir viviendo,
y no bastan todas las lágrimas
para vaciarme el alma.
Y me prostituyo por un abrazo sincero
que no llega... que nadie paga
a cambio de mis palabras.

23-8-2008

viernes, 22 de agosto de 2008

NADA

Nada
Silencio.
Me empuja la noche frenética
y su siseo hueco.
Toc-toc... no responde
Silencio.
Merodean las lágrimas
por la noche yerta.
Los pies con ampollas.
Calle Mayor arrastrando las sandalias
a ritmo de tango de esquina.
Un chupito, una cerveza,
da igual... cualquier pócima.
Las calles de una ciudad
que se quedan pequeñas
de tantos pensamientos.
Silencio.
Nada.
Gimo porque gritar no puedo.
Me asfixio en la ceniza
de tantas horas dolidas.
Me subleva la oscuridad
y su susurro lento,
el rasgar de un folio,
el desacato de una pluma
que no ordena los sentimientos,
¡pues para qué te quiero!
Silencio.
Nada.
Silencio yermo.
Ando porque correr no puedo.
Dolor de cabeza por la resaca
del alcohol o de las lágrimas.
Sonrisa rescatada de no sé qué bolsillo
para la vecina, para el amigo.
Kilos de tristeza acarreados...
-¡Aprovecha para escribir algo bueno!
¡Hacedlo vosotros! Yo solo encuentro silencio.
Arrancadme las manos y aún el pecho
porque para qué lo quiero
si todo es silencio.
Nada y silencio y más nada,
otra botella vacía,
otro cenicero lleno,
otro corazón mutilado
a dentelladas de afecto.
Me quebranto los dedos
golpeando el suelo,
porque las lágrimas no sirven
para despegarlo del corazón.
Y zigzagueo tropezándome con brazos
que esquivo con pavor,
con ecos de ternura
que me quiebran en dos el alma
y me arrebujo en mi suelo sucio
para que nadie me mire, ni me hable,
ni me abrace si no piensa asfixiarme.
Y estrangula la alianza los sueños
y me aferro al amor, al sólo amor
de un instante de luz de tus ojos.
Y la alianza se me enreda en el cuello
y me asgo al dolor, al crudo dolor
de no volver a tener tu olor en mis dedos.
Y la alianza se me atora en la garganta
y lloro mientras me ahoga
sin intención de sobrevivir,
porque cuando los cobardes tomamos decisiones,
para arrancarnos las entrañas
apuñalamos a nuestro más amado unicornio.


21-8-2008

miércoles, 20 de agosto de 2008

HASTA LA ÚLTIMA GOTA


Nos hemos bebido hasta la última gota.
Nos hemos amado con todas las letras
y sus acentos.
Hemos retorcido y escurrido el alma
hasta dejarla seca y arrebujada.
Y, hoy, ya no tengo nada más,
no tengo nada que se asemeje
a la felicidad que tú quieres,
lo único que tengo son un manojo
de ideales tirados al hogar.


Nos hemos bebido hasta la última gota,
nos hemos saboreado con los ojos cerrados,
nos hemos palpado hasta el alma,
nos hemos amado con todas y cada una
de las letras del abecedario,
nos hemos vaciado para llenarnos de algo nuevo
y sin embargo seguimos huecos.

Cierra la puerta tras de ti
para que no entre en viento helado,
tranca la puerta al salir
para que el otoño no me encuentre
calentándome de recuerdos,
deja la llave en el felpudo
por si no sé salir de mí misma.

Te he bebido hasta la última gota de tu ser,
te he saboreado las lágrimas amargas,
te he palpado en las noches tristes
te he amado con todas y cada una
de las letras y sus acentos.

Me he retorcido y escurrido el alma
hasta dejarla sin sentido,
me he remendado y cosido
para poder vestirte a medida,
y hoy, ya no tengo nada que se asemeje
a lo que tú quieres,
hoy ya no reconozco mi reflejo
salvo por un manojo seco de ideales
que entre mis manos sujeto.


DESANGRADO SON

Ojalá pudiera ponerme frente a un folio en blanco y que se quedara impreso en él el dolor que siento y que soy incapaz de describir, que fueran saliendo uno a uno mis pensamientos y dejaran de estrangularme, de atarse a mi cuello hasta dejarme mareada por intentar seguir respirando cuando no hay razón para hacerlo. Me arde el pecho y desearía arrancármelo y echarlo lejos, lejos. Para que tu estuvieras de nuevo cerca, ahí dentro, dentro.
Me siento tan incapaz de escribir que me aferro a las palabras de otros...

Que es un desangrado son, corazón._ Silvio Rodríguez

Un corazón quiso saltar un pozo
confiado en la proeza de su sangre
y hoy se le escucha delirar de hambre
en el oscuro fondo de su bolso.
El corazón se ahogaba de ternura,
de ganas de vivir multiplicado,
y hoy es un corazón tan mutilado
que ha conseguido morir de cordura.

Hablo de un corazón que se defiende
de su vieja y usada maquinaria,
hablo de un parto en una funeraria
hablo de un corazón que no comprende.
Hablo de un corazón tan estrujado
tan pequeñín, tan pobre, tan quién sabe,
que en su torrente casi todo cabe
sea real o sea imaginado.

Al corazón le faltaba su oreja
y andaba distraído por la calle
estrangulando con pasión un talle
e incapaz de notar alguna queja.
El corazón de torpe primavera
hizo que le injertaran el oído
y tanta maldición oyó que ha ido
a que le den de nuevo su sordera.
Que es un desangrado son, corazón.

jueves, 14 de agosto de 2008

Sé que no lo sabes,
pero
me quieres queriendo a otra,
una que tiene mi cuerpo, mi sonrisa,
mis manos y sus caricias,
mis labios y sus besos,
pero que no soy yo,
que no tiene mi ser, ni mi latido,
que no respira el aire que yo inspiro
ni saben sus lágrimas a las que yo derramo.

Me echas y resulta que hoy me voy yo sola,
sin amigos que me despidan,
sin abrazos de consuelo,
sólo con una maleta llena de miedos,
porque al final, uno termina volviéndose,
encontrándose de nuevo,
sufriendo por dejarse olvidado en cualquier bar.

PARANOIA_ ÓRGANO VITAL

Hay un órgano vital en la especie animal (incluido el hombre) que es el corazón.
Hay un órgano vital en el ser humano: el estómago.
No sólo es el órgano que nos establece las pautas más necesarias para sobrevivir como es la alimentación, sino que es quién nos mueve en las impresiones y sentimientos. El plexo solar, centro de toda energía vital, se localiza aproximadamente por la boca del estómago... pero nosotros decimos que sentimos con el corazón, que vivimos con la cabeza...
El estómago nos estremece con el amor, la ternura, la delicadeza... y decimos te amo y nos emocionamos, incluso lloramos.
El estómago se estruja con la ira, la rabia, la violencia... y decimos te odio, y los sujetamos, incluso matamos.
El estómago se retuerce con los presentimientos, y te inmoviliza.
El estómago carga con nuestro estrés y tedio hasta que queda aplastado y te vuelve débil, te oprime y te sientes sin control sobre tu vida.
Hay un solo órgano vital que mueve al hombre, de donde manan los sentimientos, en donde brotan las impresiones, allá donde nacen las sensaciones: el estómago.

El mío está herido, tengo la aorta en obras y los sentimientos van y vienen del estómago a la cabeza sin una trayectoria coherente, aguantando embotellamientos y atascos en pleno mes de agosto. Las emociones rebotan y me hieren los ojos, y me amputan los dedos y me quiebran las rodillas. Tengo la aorta en obras y el corazón de mudanza y se me apilan todos los trastos viejos e inservibles en el alma y se me llenan de polvo y cascotes todas las lágrimas. Y me pongo un traje de fiesta para faenar, me tajo las manos para poner orden y desde el ocaso hasta la alborada me postro.

INSOMNIO DE UNA NOCHE DE VERANO EN UN PUEBLO CASTELLANO

Estoy mirando un cielo estrellado
en una noche calurosa de verano,
sin luna que distraiga,
sin casas que limiten,
oyendo el rumor del agua,
el sonido de los insectos y las ramas...
y no me nace la poesía;


Tengo el corazón de mudanza
y no sé en qué caja guardé
las palabras.

Y oigo las voces de la gente lejana
pero ninguna voz está
tan distante como la tuya;
y pienso en los cielos de agosto
que te di y lo ingratos que han sido
todos menos este.
Tengo el corazón de mudanza
y no sé en qué caja puse el alma,
no sé dónde embalé las lágrimas,
ni en qué baúl guardé
todo el amor que no te di.

Estoy mirando las estrellas
espejo de margaritas y trigales
y tengo el corazón tan enredado
que no me salen más palabras
que las que a diario trago.



*/*/*/*
Existe ese temor aprendido,
ese sujetar firme las riendas
para no tomar el cruce indebido
cuando se hace un viaje de ida y vuelta
(como por ejemplo: la vida)

Existe ese sabor amargo,
ese olor a rancio
de lo tristemente perdido,
de lo ingratamente maltratado
cuando se unen dos cuerdas de distinto ancho
(como por ejemplo: nuestras vidas)

Existe ese dolor en el pecho,
ese vacío en el alma
cuando no se sabe querer lo que se ama,
cuando no se puede amar lo que se tiene
(como por ejemplo: a ti)

miércoles, 30 de julio de 2008

A MÍ TAMBIÉN ME BASTA

Con el permiso de Ángel González, con la libertad que produce el insomnio, con la embriaguez de las noches sin respuestas, me atrevo a decir que....



Si yo fuese un Dios,
pondría todo el cuidado
para no volver a hacer un ser igual a mí.


Y lo probaría como se prueba
una máquina de segunda mano,
es decir, concienzudamente,
y si alguno de sus movimientos
se asemejara al mío,
lo desharía para crear otro nuevo,
más sencillo, más hermoso,
menos nocivo tal vez,
hasta estar seguro de que sus contrariedades
no iban a trizar corazones,
de que sus controversias
no se iban a combatir hasta las madrugadas,
de que sus incertidumbres
no iban a vacilar el rumbo de lo establecido.


Pero no obstante...
escucho tus silencios,

oigo el sosiego de las alboradas.

Sigo creyendo en ti.

Palpito.


A contrahecho.


Si a ti te basta,

me basta .

miércoles, 23 de julio de 2008

ARMISTICIO

Fatigada de lucharme,
de golpearme hasta desamarme
para volver a armarme;
vencida de insuficiencia
en esta guerra
que ya dura veintitantos años;
subyugada por el asfalto
y quienes lo pisan...

fatigada, vencida y subyugada
asomo por el brocal la cabeza
y digo a quien me crea
que soy esto y lo otro,
que en las letras de mi nombre
se enlaza todo lo que en mí hay de contradictorio,
inconmovibles de mi propia esencia,
creadoras de belleza y de escombros.

Descansada del tedio
de explicarme a cada emoción
para ser entendida;
vencedora de la alborada
que susurra una tregua
a la tremenda noche yerta;
liberada del trigo y la cizaña...

descansada, vencedora y liberada
me alzo en el campo de batalla
y digo a quienes maté en mi disputa
que no pudo ser de otra forma,
que en las sílabas de mi nombre
se allegan y separan las locuras
inefables para mi pluma,
autoras de lágrimas y ternura.



LA PALABRA AHOGADA


Pensaba quedarme escondida
bajo las sábanas,
bajo la manta,
bajo la almohada,
bajo la cama...
a ver si así de escondida
pasaba de largo
la triste mañana.

Pero el alba se cuela
por las tablas de las persianas
y las cucarachas corren a esconderse
en las grietas de las jambas.
El alba se cuela por entre las sábanas,
la manta, la almohada
y llega incluso hasta debajo de mi cama
y me lanza una llorosa lanza
que rompe el cristal de mi ventana.

Entonces comienzan a empaparse
las sábanas, la manta, la almohada
hasta que se inundan los pies de la cama.

Pensaba quedarme escondida
pero me hizo salir una tormenta enajenada,
salí despavorida y olvidé entre las aguas
la palabra.
La palabra flotaba inerte
arrebujada entre las sábanas, la manta, la almohada,
la palabra corría por el desagüe del oprobio
de debajo de mi cama.

Pensaba quedarme escondida
y tuve que exhibirme callada.






lunes, 21 de julio de 2008

HAY QUE

Clavo los dedos en el fondo del pozo
y lanzo por su brocal
el cieno pegajoso,
para ver si vacío de lodo
encuentro en el fondo
la palabra redentora.

¿Dónde están esos calderos
para extraer el fango?
porque ya tengo mis dedos
sangrantes de escarbar
el barro de mi oprobio.

Hay que arrancarse la boca,
hay que cortarse las maños,
hay que sajarse las plumas,
hay que menguarse hasta desvanecerse,
hay que llorarse hasta deshacerse,
hay que resollar hasta que henchido de aire
sea imposible seguir respirando,
hay que atragantarse con la palabra atroz,
hay que ahorcarse con el esparto
de los sentimientos improcedentes.
Hay que excavar hondo, muy hondo
hasta darte cuenta de que es inhabitable,
Hay que dragar muchos pozos
hasta saber que se desploman los muros
con las tempestades del alma.

Hay que asfixiarse bajo el barro
para comprender el silencio del pozo.





miércoles, 16 de julio de 2008

DISTRACCIÓN

Ando tan distraida que he perdido la pluma,

no sé si se me ha quedado en el fondo del pozo

o si acaso se ha escondido entre la madeja de desenredo.

Estoy tan distraida que he perdido tu vereda,

que tus huellas se han desdibujado,

que miro a mi alrededor y todo me es extraño.

Ando tan distraida que no sé por dónde me hallo.

Vago tan distraida que soy incapaz de encotrar

las palabras con las que me atraganto,

el sentir que me atora en el quebranto.
***********

martes, 8 de julio de 2008



Déjame deshacerme.
Deshilarme hasta llegar al principio del ovillo raído.
Desamordazarme de la tundra
y correr hasta el umbral
de la triste penumbra.
Déjame desecharme,
desnudarme de sueños vacuos,
desliarme de futuros y miedos.
Líbrame del desquicio del presentimiento
sin rostro ni dueño.
Déjame desamordazarme
para gritar en el silencio del estío:
destrózame, destrúyeme,
desámame si es preciso,
destiérrame o desentiérrame
lo que sea para saber que te existo.

martes, 24 de junio de 2008

AndaR

Dice una canción que el caso es andar, y ya ves, de las ciento de cosas que hoy he pensado y que he sentido, me he quedado ahí y me pregunto ¿de verdad lo importante es andar? Obviamente, alguien como yo, que me quedo estática en cualquier punto del camino, siempre contestará que no, que eso no es lo importante.
Pero si no sabes hacia dónde ir ¿de qué te sirve andar?
Luego hay que deshacer el trayecto recorrido y eso es muy doloroso porque según ibas caminando cargas en tu mochila muchas cosas, que cuando comienzas a desandar tienes que ir abandonando.
Por otro lado, si nunca nos decidiéramos o nos dejáramos llevar por los impulsos jamás nos moveríamos del sitio, ¡qué feliz me sentiría yo si esta pudiera ser una de las opciones de la vida!Pero es verdad, llega un momento en el que hay que andar y soy consciente de ello, por eso me quedo quieta, bien quieta, agazapada en el suelo, con las rodillas en el pecho y la cabeza agachada, y callo, y me calo y me hallo y me ajo y… callo hasta que olvido los latidos y así me quedo preguntando por mi camino, así me quedo hasta que andar es inevitable.
No sé si el caso es andar o lo importante es ser conocedor de los compañeros del trayecto. Yo sé que para mí el caso no es andar, que si hay que elegir, mejor quedarse quieto y curiosamente esto es lo que hago y no sólo metafóricamente, como soy tan tendente al “embobamiento existencial” suele pasarme que me distraigo y me pierdo de las personas con las que voy y yo siempre me quedo quieta, me espero allí donde me he perdido (o donde me han dejado olvidada) mirando como alelada en todas las direcciones pero sin ver nada.
¡Eh! Señor, ¿me has dejado olvidada? Que sepas que no tengo pérdida, estoy quieta aquí donde me dejaste.
Volviendo a la canción a mí sí me pertenece el paisaje porque lo empapo de poesía, sé que llevo un pesado equipaje que a veces me precipita al subsuelo en la noche larga y ansío comenzar mi peregrinaje, porque ser peregrino es conocer el camino que se debe seguir para llegar a un destino concreto.
El caso no es andar, porque personas como yo al andar por andar terminamos haciendo círculos que sólo construyen pozos.

lunes, 16 de junio de 2008

Llanura de esperanzas
arrulladas por el silencio.
Bosques de desesperanzas
simétricamente yertos.
Hileras de troncos perfectos
que descortezan tus ojos soberbios.
Bosques alienados
donde no se pierden
temores ni sueños.
Montañas rencorosas
que estrujan al corazón
hasta desvanecerse.
Nubes grises que retuerzo
y asgo hasta escurrirles
el llanto que absorbieron.
Meseta de esperanza
y bosques desesperanzados.

IN-JUICIO

Desestimo la emoción
de lanzarme a cuerpo abierto
al abismo ciego.

Golpeo con el mazo de la razón
y sentencio al corazón
con una orden de alejamiento.

Curso pliegos de descaros
sin otra intención
que retrasar el destino.

Y sentada en el banquillo
espero una sentencia de la vida.

(12-6-2008)

lunes, 9 de junio de 2008

A veces nos abrigamos con una toquilla deshilachada y sucia que nos cubre los hombros, cobijando sólo en parte nuestra necesidad.
A veces nos cubre la tristeza cuando ni si quiera parecía que tuviéramos frío.
Vives la espera de quien sabiéndose poseedor de nada se siente deudor de todo.
Pero a veces, mientras esperas en el umbral de la casa refresca
y te abrigas con toquillas de la abuela que te envuelven en su tristeza y su olor a rancio,
y coges ajadas mantas que no te cubren entera
y te enfrías
y te empapas
y te llenas de lodo en tu quieta espera al umbral de la puerta.
Y se te riega el corazón con esperanzas
y se te empapa el alma con desesperanzas.

martes, 27 de mayo de 2008

PALABRAS Y SILENCIOS

"Sólo hay dos cosas: palabras y silencios" (La vida secreta de las palabras)


Silencios mesetarios
que impregnan la mente
de palabras calladas.

Horizontes silenciosos
donde se pierden las palabras pensadas.

Palabra expresada. Palabras retenidas.
Palabras ahogadas en mentidas palabras.

Silencios que empapan.
Palabras mojadas en lágrimas.

Lo dicho. Lo omitido.
Lo confiado al silencio del otro.

Silencios que son palabras no creadas,
pero que al fin y al cabo, son palabras.

Silencios que son un don, vacío grato,
desconocidos por no pensados.

Silencios de los labios y palabras del corazón.

La vida secreta de las palabras,
el secreto guardado para siempre,
la palabra presa por unos días, unas horas, unos meses...

miércoles, 21 de mayo de 2008

ANDUVO

Salió a la calle. Llovía.
Anduvo y anduvo con la mirada puesta en el suelo sucio.
Y vio que no llegaba a ningún sitio.
Pero siguió andando y andando esquivando las obras y los andamios.

Y vio que ese sitio era conocido.
Paró y bebió de tus ojos y prosiguió el camino.
Anduvo y anduvo y entonces vio un rastro hondo que formaba un círculo.

Algún día se desgastará -pensó- y siguió andando y andando en círculos,
hasta que se desgastaron sus sandalias,
hasta que el círculo se convirtió en pozo.
Llovía y se empaparon sus pies.
Llovía y se empaparon sus manos.
Llovía y se emborronaron sus pecas.
Llovía y se empaparon las preguntas atadas a sus manos.

jueves, 15 de mayo de 2008

AORTA CORTADA AL TRÁFICO POR OBRAS. DISCULPEN LAS MOLESTIAS

A veces cuando andamos por nosotros mismos nos encontramos una señal que dice “Aorta cortada al tráfico por obras” y es que el día menos esperado, al vagar por el corazón, lo encontramos cerrado al tráfico y en obras. Ponemos el corazón patas arriba, removiendo las viejas baldosas de los sentimientos y picando el asfalto ya hundido por el peso de lo vivido. Levantamos una polvareda de ideales y utopías sin más ni más y nos decidimos a remodelar el alma por completo, porque el viejo corazón ya no nos sirve o se nos ha quedado ajado o se nos ha quedado pequeño. Pero ¿por dónde transitamos mientras tenemos el corazón en obras? Pues intentamos seguir cruzando por el mismo camino de siempre, pero los trozos de cemento levantado y amontonados entorpecen el camino, intentamos pasar por las mismas calles de siempre, pero el polvo dificulta la respiración, intentamos poner chapas y badenes que nos permitan seguir transitando por nuestra alma, pero resulta doloroso, porque ya no es lo que era, porque un corazón en obras ofrece una visión atroz, es como ver un pequeño terremoto vital. Por eso intentamos dar rodeos, pero, no nos engañemos, no hay otro camino, inevitablemente se ha de transitar por la arteria principal y se ha de hacer varias veces al día, y aunque intento esconderme lo máximo posible en el silencio de tus claustros, lejos del ruido de las máquinas y el polvo, al final tengo que regresar y he de hacerlo sin casco, paraguas ni guantes, es decir, tengo que atravesar desnuda un corazón en obras.

lunes, 5 de mayo de 2008

¿_? / 2

Llevaba una pregunta anudada a mi mano derecha,
pero has tardado tanto en responderla que se me ha atado un interrogante a mi brazo izquierdo.
Ahora cargo con más peso en este camino que yo no veo,
pero no obstante, voy más equilibrada al tener igual peso: ¿Será cierto?
A veces el mundo se pone de acuerdo para hacer la misma pregunta
y tú te preguntas ¿será cierto?
Y entonces, de repente, el mundo se pone de acuerdo para hacerte otra misma pregunta
y te interrogas: ¿qué véis que yo no veo?
“¡Qué hacéis mirando al cielo!” y yo pienso en José Hierro:
“Inútilmente interrogas / tus ojos miran al cielo /
¿qué haces mirando a las nubes / José Hierro?”
¿Acaso mi miopía llega a tanto que no veo lo que todos afirman?
¿Por dónde me hallo que no me encuentro con nadie?

lunes, 28 de abril de 2008

PARANOIA___UN CÉNTIMO

Vuelvo a casa con un céntimo en la cartera, que me pesa como un yunque de acero.
Vuelvo a casa con un céntimo, con su cara que me sonríe al alma y su cruz de hierro que me enclava al subsuelo.
Me he quedado vacía, me he dado por completo (por completo no, me queda un céntimo, un céntimo pesado como un yunque de platero).
Pienso en sostenerlo en mi mano y lanzarlo a lo lejos de la calle, liberarme al fin, de lo único que me ata, de lo único que poseo.
Me siento pesada y entristecida, me he quedado a un céntimo, me ha faltado un céntimo de sonrisa en su cara y en su cruz un céntimo de silencio.
Sigo valorando la idea de lanzar a la calle mi moneda. Recuerdo los cincuenta céntimos que presté a un pedigüeño, y digo presté porque me los pidió como si fueran un préstamo, por eso ahora regreso a casa con un solo céntimo... ¡ya me lo devolverá ese a quien todo le debo!
Pero aún así, es la una de la mañana y regreso a mi casa con un céntimo que me pesa como un óbolo de hierro.
Y me apeno al pensar qué voy a echar mañana al cestillo en el que siempre echo... pero... lo comprendo: mañana en el cestillo tendrá que ir, por fuerza, mi céntimo, qué mejor sitio para terminar de darme, para darme por completo. Si alguien me ve pensará... no importa, para mí es lo único que hoy tengo, es lo único que me queda en las manos después de haberme dado plenamente menos un céntimo y quizá sea lo único que me falte para que mi corazón salde su deuda sereno.

DAME




Dame de esa fe que quiere mover las montañas,
de esa fe que las empuja con fuerza,
o que quiere mover matorral a matorral,
puño a puño de tierra, la ladera.
Dame más fe,
porque la que tengo se me queda escasa.

martes, 22 de abril de 2008

VOCES DEL ALMA

Me duelen los ojos
de tanto abrirlos bajo el lodo.

Corazón ceniciento y arrebujado
bajo el punto de un signo de interrogación.
Me duelen los hombros
de cargar con aquello que ignoro.

Pies esposados por tus manos
a la eterna indecisión.
Me duelen los dedos
de desenterrar sentimientos.
Boca blasfema y renegad
que calla y otorga con su turbación.

Hay dos voces que se arañan en mi alma,
chocan, se fragmentan, combaten...
mientras Tú y Yo, sentados,
no decimos nada.

jueves, 17 de abril de 2008

A PECHO DESCUBIERTO

Lucho contra un entorno hostil
que quiere arrebatarme el paraguas.
Lo sujeto con fuerza a dos manos,
pero más enfado el viento
intenta arrebatármelo.

Llueve una lluvia enojada,
que cae como alfileres helados.

Me oculto bajo el paraguas
para que no me lo arranquen,
me encierro y oculto bajo él,
y camino a tientas por la calles.

Pero así no veo el suelo que piso,
pero así no distingo el horizonte que persigo.

Combato contra un viento furioso
que quiere hacerme a su antojo,
y me cubro con un paraguas prestado,
y me afierro a él con las dos manos.

Pero al llegar al cruce de caminos,
chocan contra mí todos sus gritos:
revuelven mi paraguas,
lo ponen del revés,
y me revuelcan por los charcos
mientras, orgullosos, me empapan.

Cierro mi estúpido paraguas
que de nada me ha servido
y agotada por la lucha
camino mientras se clavan
los alfileres en mi cara.

sábado, 12 de abril de 2008

ANIMAL DE COMPAÑÍA

Tengo una pregunta que se me ha anudado a la mano, a la que casi tengo como animal de compañía, a la que saco a pasear tres veces al día si no más.
Tengo atada a mi mano una pregunta y por la noche cuando regreso la arrastro hacia casa con la tristeza de no saber responderla. Tengo una pregunta que se ha convertido en mi compañera a la que no sé o temo dar respuesta. Llevo de la mano una pregunta y abrazado a mi pierna un fantasma.

jueves, 10 de abril de 2008

EL PARAGUAS

Si es cierto que la verdad es como una manta que siempre te deja los pies fríos (como dicen en El club de los poetas muertos) que la estiras, la extiendes y nunca es suficiente, que la sacudes, la das patadas, pero nunca llega a cubrirnos... yo creo que el paraguas es un inútil parapeto para esa agua, que tras tanto suplicar, nos regala el cielo.
Y es un estúpido artilugio porque es perfectamente simétrico cuando el hombre no es simétrico, o mejor dicho, un hombre llevando un paraguas no es simétrico.
Si el paraguas va en tu mano izquierda, la mano derecha terminará húmeda, y es una gran tragedia que una mano tan útil y en mi caso vital para comprenderme caiga enferma con gripe o neumonía, porque si ella se empapa del agua inevitablemente llegará a todos los miembros del cuerpo. Si el paraguas va en tu mano derecha sucede -obviamente- a la inversa. Pero en cualesquiera de las manos en la que vaya el paraguas siempre sale perdiendo la espalda que inevitablemente se va a calar, en mi caso es la mochila donde llevo todo lo que necesito para el camino, donde llevo lo que quiero acarrear y también lo que no quiero. La mochila poco a poco va recibiendo esa agua y la va absorbiendo lentamente, pero sólo descubres este hecho cuando llegas al destino y ves que todo lo que llevabas en ella ha quedado impregnado de humedad. Pero sinceramente, es una suerte que al menos tu mochila y tu mano puedan recibir esa lluvia vivificante a pesar de tus intentos por impedirlo, es una suerte porque afortunadamente hay alguien que sabe bien donde debe posarse cada gota de agua.
Pero volviendo a la inútil simetría del paraguas... sólo hay una forma de mantener el equilibrio entre el paraguas y tu cuerpo y es apoyándolo en la nariz y ciertamente, es una postura muy incómoda, sobretodo porque te impide ver las baldosas traidoras que te escupen el lodo hasta los ojos.
Si fuera inventora... crearía un paraguas que fuera más largo por uno de sus lados para que no quedara uno de los brazos al descubierto, que fuera más ancho por la parte de la espalda y que en su parte delantera fuera más corto, porque, perdonadme la obviedad, es un absurdo todo ese espacio que hay delante, puesto que a los pies les da igual. Los pies siempre se empapan porque ellos no reciben la lluvia que cae sino que absorben el agua sucia que se queda acumulada en el suelo y que escupe toda la miseria de la tierra hacia tus zapatos y los bajos de tus pantalones.
Además yo enseguida me canso de llevar el paraguas en mi mano, lo cambio de una a otra, lo apoyo contra el hombro, lo cambio de lado, cuando puedo lo bajo mirando hacia el suelo y disfruto de la lluvia y pienso que esa agua tal vez pueda limpiarme y a veces, se terminan los soportales y me doy cuenta de que sigo con el paraguas hacia el suelo porque me he distraído y siento ese sentido del ridículo que por otra parte es estúpido ya que la calle está vacía y sólo quedan dos pasos de cebra para llegar a mi casa, pero al llegar a uno de ellos me detengo, como si tuviera ante mí un abismo hay un charco que ocupa tres franjas del paso de cebra, -esto es demasiado- pienso, y me quedo ahí, parada, mirando el inmenso charco hasta que me digo -piensa por donde cruzar ¡espabila!-; miras hacia la izquierda y la derecha para determinar por dónde se estrecha el charco y la menor distancia a recorrer, al fin, supero mi particular obstáculo pero al hacerlo me adelanta un señor y entonces sí que se agudiza mi sentido del ridículo. Pero mira, es que me canso de tener que estar frenando aquello que tanto deseaba sólo por el hecho de no parecer loca, me canso de tener que llevar un paraguas que en realidad no para el agua sino que simplemente hace que cale más, porque en lugar de una gota lo que te moja es una chorrera de las que escurren por uno de sus lados y porque en lugar de calarte poco a poco la cara te empieza por empapar los pies y hacer que todo el camino esté condicionado por la detestable sensación que causan unos pies húmedos y un corazón en sequía...

martes, 8 de abril de 2008

MI CUARTO HUELE A BAR

Mi cuarto huele como
a bar a la hora del cierre:
a tristezas ebrias,
a amores consumidos,
a dolores mal apagados que aún humean,
a sueños arrebujados en el suelo,
al ruido de las palabras apagadas,
a amistades aguadas con hielos;
a taberna de solitarios y borrachos,
que no de poetas pues ya no quedan.

Mi cuarto huele a bar
a la hora del cierre,
cuando la escoba
forma una montaña
con los posavasos ondulados
por el uso y el abuso,
con las servilletas que no limpian ni secan
las almas negras;
con los papeles que no responden preguntas,
con los palillos y colillas que no consiguieron
inmovilizar los labios,
con los trozos de pan que no saciaron;
con los despojos de las vidas
que, al fin, allí se desahuciaron.

Mi cuarto huele como a bar
a la hora del cierre,
como cualquier bar,
como a cualquier hora,
pues siempre es el mismo
olor pestilente.

Hasta que se apagan las luces
y pesadamente se baja la persiana.
Hasta que se arroja
al contenedor más cercano
la basura formada de los despojos
de un puñado de desquiciados.

Huele a bar a la hora del cierre,
así huele también mi cuarto.

jueves, 3 de abril de 2008

AJADA VASIJA

Iba hacia casa, y me hacía una pregunta ¿cuáles son esos rotos por los que se me escapa el agua que he de llevar? y de esa agua que se me escapa ¿también salen flores, qué flores nacen a mi paso? Y sin saber cómo vino una de esas frases hechas a mi mente “siempre hay un roto para un descosido” y me entretuve pensando en que era bastante estúpida esta afirmación, porque debería ser que hay un remiendo para un roto o bien hay hilo y aguja para un descosido o algo así. Al llegar a casa miré el Moliner y su definición a esta frase es que “por poco que sea el valor de una persona nunca falta otra con la que pueda acomodarse o formar pareja”. ¡Claro! no es cuestión de complementarios sino de sinónimos. No es que haya otra persona que se complemente contigo y remiende el roto que tú tienes, sino que hay otra persona, ahí fuera, en algún lugar, que donde tú tienes un roto, él tiene un descosido.
Lo cierto es que ni si quiera sé si puedo llamarme vasija, porque no sé si aún tengo alguna pieza intacta que pueda asegurarme que soy un recipiente. Tengo rotas las asas, esas con las que los demás te alzan y te hacen válido, porque gracias a las asas se pueden alzar los objetos con facilidad; para elevarme es necesario realizar un esfuerzo y a veces no merece la pena. Los bordes de mi vasija están resquebrajados, ha sido tanta el agua que ha manado de la boca de mi recipiente que se ha desgastado con facilidad, sobre todo porque, en ese verterse, a menudo se ha golpeado o se ha precipitado al suelo, algo normal, al tener el defecto de fábrica de unas endebles asas incapaces de mantener su peso. Ciertamente con tanto golpe y ajetreo poco a poco se ha ido resquebrajando la vasija, se han hecho grietas superficiales, se ha levantado la pintura que lo adornaba y se han formado hendeduras más hondas en las que si se mira, puede verse claramente su interior oscuro y algo húmedo por el agua transportada. Y qué decir del fondo, de ese elemento vital que convierte la vasija en un recipiente (recipiens, recipientis “el que recibe”) y no en un tubo. Malamente se puede recibir si no hay un fondo que evite que todo el agua se escape. Afortunadamente la base de mi vasija aún anda intacta, todo lo que en ella cae permanece sedimentado en ese fondo que cada vez es más grueso por tanto que tiene acumulado, porque aquello que pesa cae, mientras lo más ligero se va escapando por los resquicios del barro. Sería difícil definir cada una de las fisuras por las que voy perdiendo ese contenido que he de llevar a alguna parte, pero mientras contenga algo auque sea suciedad y mientras tenga un fondo y una abertura será una vasija aunque sea bienaventuradamente defectuosa y rota, aunque no pueda ver las flores que crecen gracias al agua que pierde por estar tan preocupada de que llegue algo de agua al destino.

QUERIDOS COMPAÑEROS

Gibrán Jalil Gibrán dice que un amigo hay que buscarlo para vivir las horas, porque existe para colmar nuestra necesidad no nuestro vacío. Que lo mejor de nosotros sea para el amigo. Y pensaba que muchas veces al amigo sólo le damos lo peor de nosotros, le cargamos con el peso de nuestro equipaje vital porque a menudo somos incapaces de cargar con ello, en otras ocasiones no le cargamos con nada, ni si quiera compartimos lo que llevamos en la maleta, no dialogamos sobre el viaje que estamos haciendo y simplemente caminamos unos al lado de los otros haciendo inanes comentarios sobre hechos cotidianos y circunstanciales, compartimos mesa, juegos y momentos, pero al fin, nada sabemos de aquel con el que hemos caminado a lo largo de 15 años, aunque en ese trayecto común se hayan compartido penurias y alegrías. Esta lucha interna entre el vivir [estar, existir, ser, coexistir] con el otro o convivir [entenderse, comprenderse, simpatizar, comunicar] junto al otro es la clave de las relaciones interpersonales, y seguramente haya quien lo realice equilibradamente o haya a quien no le importe nada que otros se compadezcan o haya quien no necesite vaciar nunca su equipaje... y seguramente haya más personas como yo que unas veces caminan mirando al suelo en silencio y otras desparraman todos sus bártulos en medio del camino porque son incapaces de andar con tanto peso y en un intento desesperado ponen patas arriba su equipaje para deshacerse de aquello que les inmoviliza. Afortunadamente, siempre hay algún compañero de camino que pacientemente anima y espera a que tú recoloques todas tus cosas en la mochila para continuar caminando juntos, desafortunadamente siempre hay compañeros de camino que impacientemente recogen tus bártulos del suelo y los introducen arrebujados dentro de un atillo demasiado pequeño porque se hace tarde para continuar el viaje. Pero ambos son queridos compañeros de camino.

martes, 1 de abril de 2008

ALMAS EN LUCHA

Hay almas que son una pura contradicción en sí mismas, que viven empeñadas en deshacerse y rehacerse como un continuo trabajo digno de una purificación del Tártaro. Que se crean en la palabra y se destruyen así mismas en su conato de ser. Hay almas que habitan en la zozobra de un mar ingente. Hay almas que sobreviven aferradas a tablas endebles. Hay almas que se amarran a sólidos faros apagados. Hay almas que regresan tras la lid con las manos vacías. Hoy he recordado un viejo poema:
Una cosa es la cadencia
natural del alma y
otra muy distinta el cauce
por el que intentamos llevarla.
Algo inútil, porque
siempre termina llegando esa
riada de sentimientos
que hacen que nos desbordemos
y el alma regrese a su camino innato.

Algunos días, en tardes de niebla,
el alma pugna por regresar
a su sendero; dejando secos
los trabajosos canales
que yo, con tanto esfuerzo,
la había construido
para ser más feliz, más dichosa,
en definitiva, mejor persona.

Ahora acojo con serenidad mi alma, la tomo de la mano y me dejo resbalar por su cauce innato, aunque discutamos y nos dañemos en el camino, aunque me queje de sus senderos llenos de maleza y de charcos y de pozos hediondos. Aunque caminemos en la más desgarrada soledad.
Hoy acompaño con tranquilidad a mi alma sin sacarla de su cuenca natural, aún sabiendo que nadie comprende porqué vamos en esa dirección, incluso cuando se vuelve el paso incierto, borroso y húmedo con el gemir y el desaliento. Incluso cuando me distraigo y al girarme descubro que me extravié. Y aguanto con mansedumbre sus tormentas; y respiro como puedo en sus escombros; y la abrazo cuando la luz del camino se refleja en nuestra nuca. Y lo hago porque sé que mi alma no busca horizontes sino tan sólo derramarse y disolverse y sólo puede hacerlo a través de su natural hondonada.

viernes, 28 de marzo de 2008

SOLO POR EL VERBO

“Sólo por el verbo te derramas” dijiste, y yo grito ¿acaso sirve para algo? Hoy, aquí, desde el trascacho de mi desierto, que cada día es más y más árido, lanzo al fuego letras desgastadas, papeles que se retuercen como un animal, que entre las llamas palpitan lentamente, que se recogen sobre sí en un intento de salvarse aferrándose hasta el último instante a su tinta, dejando en el aire un olor a humedad, un hálito a orín que me asfixia y me atraganta, pues solo alcanzo a respirar la inutilidad de una vida malgastada en palabras, palabras encerradas, amontonadas, que algunos días como hoy se me caen encima y me abaten y me sepultan con su rabia, con su soledad encarcelada.
Y hoy que los años me han hecho más moderada añoro, añoro esa llama que abrasaba el alma. Ahora que los años me han hecho más callada calculo los daños y sus beneficios y sopeso. Sopeso las ofensas que han hecho mis palabras, el precio que han pagado mis manos agrietadas, mi mirada fatigada, mis pulmones incapaces de respirar, por escribir a altas horas de la madrugada, en los parques invernales, en los remansos silentes de la madrugada.
¿De qué sirve acumularse en legajos de papel? ¿Qué propósito tiene derramar pensamientos, apretar el puño y escribir versos?

Sólo por el verbo me derramo,
como una agua embarrada y turbia,
que arranca con violencia incontenible,
ese dolor de mandíbulas apretadas,
que refrenan el llanto por una vida inútil
malgastada en plumas y palabras.
Sólo por el verbo me levanto,
para alcanzar a mi Dios,
para no desviarme de su mano,
y me afierro al pie de una cruz
que maldigo y amo.

Sólo en el verbo me sustento.
Me asgo a su amparo
como baluarte de mi salvación,
y lanzo por mis cuatro paredes
tantos años de solitaria dedicación.

Sólo por el verbo me derramo
como una agua arrebatada e iracunda,
que devasta con su cauce
aquello que alimentar ansiaba,
que por guardar silencio: destruye
y marchita en su devenir el alma.

Sólo por el verbo me ensancho
y desbordo los márgenes de mi seno,
rebosando en inútil empeño
las linderas de un húmedo desierto
que jamás llegará a ver el océano.

Sólo en el verbo lato y taño.
Palpito con una fuerza inusitada
como si no fuera esta mano ajada
quien compone las letras que leo;
como si por un instante
todo tuviera un motivo;
como si por un efímero momento
todo callara por mi tránsito tambaleante:
estremeciendo al cielo con mi egoísmo,
golpeando y estrujando un corazón empobrecido,
asolando y socavando,
desfalleciendo en tu sucio regato,
ahogando con mis manos las hojas del otoño,
implorando inútil piedad a una corriente
que arrastra por barrancos y badenes,
golpeando en los riscos
los jirones de palabras silenciadas
en tu febril torrente.

miércoles, 12 de marzo de 2008

POZO

"Me quebré en una perfecta esfera”



Me quebré,
vino un viento helado
y me quebré
.

Arrebatadamente me arrastró de mi alma
y lanzó una mitad por el brocal del pozo
y arrastró la otra mitad pegada a su espalda.

Me quebré,
vino una tormenta de la nada
y me quebré.

En la oscuridad del pozo mi media vida
con un ojo sólo ve una boca menguante,
con una mano y una pierna nada escala,
con media nariz sólo huele la mitad de mi herrumbre.

Me limito a esperar.
Me siento de medio lado
porque si no me caigo,
y demasiado tarda en salir el desamparo
por sólo llorar a medio llanto.

Me quebré,
vino un huracán inesperado
y me quebré.

Desafortunadamente siento la pena entera,
completo dolor de la media alma
que se asfixia y anega
en una perfecta esfera.

Arráncame de una vez del pozo
o devuélveme mi media alma,
aunque sea malherida,
que quiero llorar con mis dos ojos,
y aferrarme con dos manos a la roca fría.
5-11-2007

viernes, 7 de marzo de 2008

No se conformaron

No se conformaron con matar la poesía,
arrojaron al poeta al fuego
y él también se disipó en el aire.
El padre Elías_ cap. XXII

No se conformaron con cerrar los ojos,
echaron puñados de tierra en los suyos
y ellos también se hundieron en el fango.

No se conformaron con tapar los labios,
ahogaron la palabra en el océano
y ella también se sumió en el silencio.

¿QUÉ BUSCO?

¿Qué Busco?
Me busco a mí, en la palabra ajada de tanto usarla,
en las espirales de humo que deshacen a manotazos aquellos que me rodean,
me busco a mí en el ancho mutis de la penumbra desfigurada.
Me busco a mí, porque de tanto dar vueltas me he perdido.

Busco la respuesta a mi existencia,
el motivo al que aferrarme para saber qué de bueno hay en mí.
Busco la contestación a cómo debo hacer para dejar de herir y causar tanto daño.

Busco el argumento a ¿para qué me quieres? ¿para qué me has hecho así, tan mal, como un compendio de sobras, como a desgana?
Busco Tu AMOR, ese Amor de Dios, ese abrazo Paterno que me arrulle y me susurre que aunque nadie lo comprenda estoy en el sendero, que aunque yo no me quiera soy capaz de amar, que tanta lucha valdrá la pena.

Busco la clarividencia perfecta, clara, nítida, sin omisiones, sin duda, sin cavilaciones.
Busco a mis fantasmas... en el gris susurro de las noches en vela.

Busco el equilibrio entre mi alma y el mundo que vivo.
Busco mi manual de instrucciones;
el ocaso que corona mi cima;
la piedra que sustente mi existir, mi ’Όντος;
la escalera que me eleve hasta el brocal del pozo.

Busco tantas cosas... y quizá las tenga, pero están tan desperdigadas por mi cuarto que soy incapaz de encontrarlas, tengo tan agitada el alma que nada es capaz de mantenerse ordenadamente en su estante.

Busco que me dejen ser como soy,
sin intentar cambiar mi cadencia innata.
Busco, Dios, que me enseñes a amar,
porque... por si no te has dado cuenta, lo estoy haciendo muy mal.

Te busco a Ti, siempre te he buscado;
y sé que siempre me has salido al encuentro,
sólo que aún no nos hemos puesto de acuerdo en el sitio ni la hora.
Ten paciencia, al fin y al cabo, has sido tú quien me ha hecho así, tan cobarde y con tantos miedos.

jueves, 6 de marzo de 2008

FILOSOFÍA DE LA BALDOSA

Sólo uno mismo sabe por qué pisa una baldosa y no otra. A veces esquivamos bruscamente un algo que sólo nosotros vemos y que en apariencia a los demás les puede parecer un movimiento ebrio o exagerado, porque sólo nosotros sabemos lo que no debemos pisar aunque en ese encarecido amago corremos el riesgo de torcernos el tobillo o caernos al suelo, quedando un duradero dolor en la experiencia de lo vivido.
Pisamos sobre las baldosas firmemente, decididos, otras dudosos, algunas casi ni las pisamos sino que simplemente las rozamos con la puntera o el tacón del zapato.
Sólo uno mismo sabe qué baldosas no quiere pisar aunque no sepa cuales son en las que sí debe posarse, por ejemplo esas que están rotas y que cubrimos con nuestro pie para aparentar que son firmes y seguras, pero que al final se quiebran y nosotros con ellas si no saltamos lo suficientemente rápido hacia otra. O las que bajo ellas tienen un charco de agua y barro que pueden salpicarte los zapatos, las manos y hasta tus propios ojos si no tienes cuidado y te apoyas en ellas confiado de una firmeza aparente.
A mí no me gusta pisar las losetas sucias o que tienen chicles porque estos te pegan a la baldosa dándote una falsa sensación de libertad elástica.
Luego están las demás baldosas, esas que sí están limpias, que sí están enteras y que están plenamente cimentadas al suelo. Sobre estas descargas toda la energía de tu cuerpo en una firme pisada que te hace sentir seguro de tu camino, sin embargo, si permaneces demasiado tiempo sobre ellas tu peso puede agrietarlas, el movimiento del mundo puede remover sus cimientos y la baldosa, que al principio era firme, puede volverse insegura, tendente en cualquier momento a quebrantarse y romperte a ti con ella si no te mueves hacia otra parte.
Por supuesto también están los obstáculos que nos impiden posarnos sobre la perfecta baldosa de mármol rosa y los pozos, que estiran sus bocas hacia nosotros cuando nos ven dar un mal paso o cuando un suelo resbaladizo nos escupe hacia ellos, pero sobre los pozos tengo una amplia teoría que es mejor dejarla para otro momento.
Por eso hay dos opciones, saltar rápidamente de baldosa en baldosa sin darte tiempo a posarte o dejar de mirar al suelo mientras caminas por la calle un miércoles a las doce menos veinte de la noche porque, al fin y al cabo, va a ser irremediable que desaparezcan todas las baldosas de tu camino. Si a ti se te ocurren más opciones...

CALLAR O HABLAR

No sé por qué extraño motivo hay ciertos momentos en los que siempre te llega un mismo mensaje, supongo que porque tú estás predispuesto para entenderlo y por eso te cala y este es el mes de la “expresión” y a través de diversos poemas y power’points me llegan dos mensajes: Calla versus Habla. Yo siempre me he levantado del suelo gracias a los versos de tío Walt (como dicen el El club de los poetas muertos) cada vez que me preguntaba ¿qué de bueno hay en mí, en el mundo, en lo que hago? Me respondía: “Que estás aquí – que existe la vida y la identidad / que prosigue el poderoso drama y que puedes contribuir con un verso”, pero mientras me arrastro por este poderoso drama sigo sin saber si debo hablar o callar, mostrarme u ocultarme, darme a conocer plena o parcialmente. Y creo que casi sin quererlo me he respondido al colocar una puerta hacia mi pensamiento en el pseudomundo que es Internet. He decido hablar, seguir creyendo que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo, he optado por mostrarme, y quien quiera que me mire y a quien le duela demasiado que deje de hacerlo, he aquí la libertad.
¿Callar o hablar? Verdaderamente aquí se haya la incógnita del hombre, la auténtica encrucijada que lo transforma todo. Ya sabemos que todo depende del contexto en su sentido más amplio, pero la dificultad es ser lo suficientemente sabio como para no errar en la decisión tomada y yo, que soy de natural torpe, siempre me equivoco. Arrebatada por la emoción me lanzo teniendo una sola meta: un aliciente que me provoque para superarme literariamente.