“Libre te
quiero” dice el poema de Agustín
García Calvo que tan majestuosamente (porque para mí no existe otra palabra) Amancio Prada ha convertido en un himno,
al menos para mí, seguro que para muchas más mujeres. O más que un himno una
bandera que todas deberíamos enarbolar sabedoras de la grandeza de nuestro ser
y existir.
Hoy que a todos les
apremia esa prisa por saludarse y verse antes de acabar el año (quizá algo
genético que haya podido quedar en nuestro ADN que nos hace pensar que a lo
mejor al dar las campanadas ya no vayamos a poder vernos más), hoy quiero
desear a mis reinas (esas reinas con las que comparto mi día a día, esas con
las que ya no convivo pero que están en mí, esas a las que no conozco) este
brindis a distancia, para que nunca dejen de desear ser libres.
Libres os
quiero y para ello me dejaré cada palabra, para ello desgastaré cada abrazo,
para ello se nos anudarán los silencios.
Brinca.
Crece.
Ama.
Llora.
Pero se libre.
“Libre te quiero.
Pero no mía,
ni de Dios ni de nadie,
ni tuya siquiera.”