jueves, 23 de abril de 2020

Palabras confinadas 2



Y al cerrar la puerta descubrí

que todo estaba lleno de palabras....

pero aún no sabía

que debería pasarme mucho tiempo con ellas,

rebotando,

revoloteando,

resonando

en las paredes de mi casa.

Y aunque abrí las ventanas y balcones,

a ver si ellas querían marcharse

(por su derecho de libre circulación)

en su tozudez innata

decidieron confinarse en mi casa,

sin dejarme otro remedio

que compartir mi sofá

cuando llego del trabajo.



Me dicen soledad, silencio, alerta...

y las espanto a manotazos

porque es de noche, estoy cansada, el sofá es mío,

y mi día ha sido mucho más que eso.



Está claro que el aire de una madrugada de abril

no las resulta más apetecible

y que han preferido hacerse dueñas

de una casa en la que apenas habito.

Por suerte llegará mayo

(que me dice poco y me interesa menos)

y a lo mejor, se animan a un leve escarceo.



El caso es que, una vez más, cerré la puerta

y mi casa, esta vez,

se quedó llena de palabras en aislamiento

hasta nuevo aviso, nueva orden o real decreto.

sábado, 11 de abril de 2020

Palabras confinadas



Quiero hacer un poema,

lo voy rumiando noche a noche,

pero no lo digiero.



(...Algo que hable del silencio murmurado por el camión de la basura a dos manzanas,

del paso agotado al regresar del trabajo agradecido a un día más y salud en todos)



Quiero hacer un poema, pero no me sale,

se me atora en la luna llena de semana Santa,

estoica sobre la ciudad callada.

Luciendo vanidosa, inmensa,

sobre calles vacías y casas llenas.

Sin nadie que la mire, sin fotos, sin likes, (pobre ingenua)



Siento que es mi deber hacer un poema,

pero no me sale.

Se me anuda en el miedo y los muertos.

En las soledades y tristezas sin abrazos.

En la suerte de estar cercanamente distantes

y que estemos.



Llevo un mes arrastrando un poema encadenado al alma.

Quiero dejarlo libre,

pero algo lo ata al pecho, al guante, a la mascarilla, a los protocolos.

Será que también tienes que quedarte confinado,

merodeando de mis entrañas a los labios,

de los labios al alma,

del alma al suspiro o la lágrima,

hasta que cambiemos de estado.