lunes, 15 de julio de 2013

EquilibrIdeaS


Si acaso la pupila sostuviera la idea funambulista
seguramente pudiera ejecutar un “relevé” sobre el latir
y cabriolas imposibles en el aliento.


Los sueños, entonces, se agolparían en la entrada de los labios
para disfrutar gratuitamente de la función
de entrada libre hasta completar aforo.
Los aplausos resonarían huecos y cálidos en las entrañas
y vibrarían los vítores a través de las venas
hasta disiparse y expandirse
desde el ombligo hacia el universo.
Caerían los párpados sobre el escenario
y las fantasías satisfechas abrirían sus paraguas
para salir del teatro y regresar a sus casas,
acurrucándose en las expectativas
y esquivando charcos al unísono
al ritmo de la melodía que aún resuena.

Pero, claro está, esto sólo sería
si la idea fuera sostenida por la pupila
en su acrobacia del más difícil todavía.

martes, 9 de julio de 2013

DESASTRE TECNOLÓGICO


Mi impresora dejó de imprimir,
se puso a parpadear incesantemente
en un frenético rotar de luces,
hasta llegar al electroencefalograma plano.
Mi portátil no quiere cargarse más,
dice que ya está agotado y que debo renovarle,
será por tantas letras y tantas noches alumbrando salones.
Mi teléfono tiene una efímera vida,
apenas unas cuantas horas de charla y mensajes,
de emoticonos y frases breves.
Mi ebook es quien decide cuando debo dormir
y después de 100 páginas se apaga.

¿Será un fallo de energía?
Busco dónde conectar tanto artilugio,
pero no encuentro la toma de corriente adecuada,
así que dejo que las baterías se agoten,
que se vaya oscureciendo la pantalla
hasta quedar sin aliento ni resuello.
Suspirando hondo y ovillándote.
Posando las manos en el regazo
y consumiendo a bocanadas
el aire inagotable
que te ha de convencer de que aunque nada cargue
imparablemente sigues funcionando.

TORPEZA


Porque al final…
ante la vitrina de copas relucientes
la torpeza se impone
y el esmerado cuidado de antaño
resulta vano entre las manos.

Porque al final,
las prisas provocan rayones en el alma
y muescas irreparables en las jambas
que enmarcan puertas cerradas
y cerrojos de llaves tiradas al mar.

Porque al final
los botes de pintura se derraman al suelo
y se salpican las paredes
de translúcidas goteras
que escurren lentas y dolorosas.

Porque finalmente,
la torpeza se impone
y todo regresa a su inevitable caos
hirientemente inherente.

lunes, 8 de julio de 2013

·

Al final, lo único necesario para la intersección entre X e Y es un punto,
un punto redondo, preciso, limitado únicamente a expandirse lo necesario para que dos líneas se crucen;
un punto que no sirve para nada más que ensancharse hondo y aunar dos líneas hasta ahora distantes,
y a partir de ahí el punto se desvanece, quedándose hueco, hasta ser un contorno, un círculo, un cero.
Una vez resuelto el problema aritmético ya nada tiene sentido ni fin.
Sin embargo, este arte de la conexión no es tan sencillo, requiere un profundo conocimiento de las lineas y secuencias, de los billones de puntos minúsculos que conforman a X y a Y o a Z y una vez reconocidos hallar el punto perfecto de intersección .
Y ahí todo acaba porque ya nada ajeno encaja.
Es así de simple.
Es así de complejo ser un punto que intersecciona líneas aparentemente distantes.