miércoles, 7 de marzo de 2012

Suele pasar que de pronto hay un hecho que te pone del revés.

Que te hace vomitar la indigestión de tantos meses de atracones de ideas y de engullir pensamientos caducados.

Chupitos de interrogantes que no tienes tiempo de dar respuesta, sino de beberlos de un trago para que pase cuanto antes, quemando de una sola vez las ansias de conocerse.

Reposo la cabeza sobre tantos comentarios, frases, pensamientos... y me pregunto que si son ciertos por qué me resultan tan extraños.

Pero no hay descanso... y mareado, te incorporas.

Te calas el sombrero para que no te ciegue el mundo, para caminar como él camina, para vagar por sus senderos, para mirar al suelo, para caminar "con el hombre que va conmigo" y su propia verdad acorazada.

Aceleras el paso, esperando esquivar en la siguiente calle al acechante desasosiego.

Inspiras hondo.

Y simplemente esperas a que un verso te ponga derecho.