jueves, 7 de septiembre de 2023

CANTOS ENJAULADOS

Reposan las piedras sobre un lecho de rosas
en una jaula que nuca fue sólo ornamental.
Cuidadosamente colocadas en su mejor cara
sobre los amelados pétalos secos.

Sin más,
nos encontramos en el caminar
y vinieron conmigo.

Ahora no habitan en la tierra
sino abrigadas por hojas
en una jaula poemario.

Rejas que encierran poemas tajantes,
para no volarme,
para no valerme,
para no violarme,
que se inundan de olor a miel,
y colores de otoños punzantes.

Barrotes que fingidamente
parecen retener lo intangible
en la metáfora del verso a verso.



Por más piedras que recojas del camino
y que poses sobre una cuna de pétalos,
por más que la jaula se engalane
con rosas trenzadas en sus rejas,
por más letras que aprisiones
en cárceles primorosas…
las flores seguirán estando muertas,
las piedras golpearán el paso
y los versos te seguirán justificando
para no volarte,
para no valerte,
para no violarte,
para no vulnerarte,
para no abusarte,
para no ahogarte,
para no matarte.

viernes, 25 de agosto de 2023

Verano

Deshilachada noche tras noche,

con cabos enmarañados entre humo y sal.

Hibernando el verano,

porque el estío me hastía.

Los días se hacen largos 

e ignoro qué hacer con ellos.


Las noches son pesadas 

y te hacen tomar conciencia 

de un cuerpo desplomado. 


Los amaneceres precoces

me encuentran sin haberme acostado

y gritan al oído

lo que pudo ser y no ha sido. 


Enmarañada noche tras noche

me empeño en solucionar tal enredo.

No tengo mucho tiempo, 

apenas imperceptibles segundos

excavados en la inquebrantable roca

de la levedad de mi ser. 


Y un amanecer te das cuenta

de que es imposible desenredar el ovillo.

Y un amanecer te das cuenta

de que ni siquiera hay tan solo una madeja.

Que esa maraña anudada en el estómago

tiene tantos cabos porque no hay un único hilo.


Tanto deshilachar las horas de la madrugada

se me han enredado las lunas llenas y las menguadas,

se me han entremezclado las estrellas de mi ventana,

las ramas del árbol reverenciado se han hecho raíces,

las arañas rojas han tejido sus tramas imperceptibles.


Y un atardecer te das cuenta

de que sigues sentada en la mesa

gastando insignificantes minutos

en desentramar 

un hilo que no es rojo, 

ovillos que no son de Ariadna

ni hebras de las parcas. 


viernes, 28 de julio de 2023

NI ESA NI AQUELLA

 

Yo no soy esa que tú te imaginas, 
ni la que te imaginabas, 
ni la que te podrías imaginar.
Ni siquiera soy esa que yo me imagino, 
ni la que me imaginaba,
ni la que me quería imaginar.

Agotada 
de 
mí 
misma.

De tanto caminar en círculos
moldeé un hoyo en el alma.
Siempre por el mismo sendero,
igual un paso detrás de otro.
En la misma pose,
con el mismo peso,
milimétricamente calculado. 
Con la inercia rotacional de la rutina
y la fuerza centrípeta que jamás te lleva afuera.

Y como es lógico: vomité,
de tanto movimiento circular
se hizo el alma un tornado,
los ojos se nublaron,
atronaron los oídos,
y la lluvia enfangó el sempiterno círculo.

Ahora, embarrada, sé que no soy esa:
soy esta, 
la que vomita entre curva y curva
de una espiral.
Esta a la que la tiemblan las piernas
y se ahoga en la pereza.

¡ESTA! 
que de tanto ser nada creó un todo,
que nada abarca y todo lo abraza,
que todo lo abraza y todo esquiva,
que todo esquiva y nada agarra 
que todo lo agarra y nada sostiene
que nada sostiene y todo acapara
que todo acapara y nada retiene,
que nada retiene y todo quiere
que todo quiere y nada ansía
que nada ansía y nada tiene
que nada tiene y todo pretende
esta que, al fin, efímera desaparece. 

viernes, 23 de junio de 2023

SI TE DICEN QUE CAÍ


Si te dicen que caí,

seguramente sea cierto :

los raspones en los codos,

las rodillas amoratadas.

Examino cada recodo con atención :

las manos sucias,

el alma cárdena.


Si te dicen que caí,

seguramente sea incierto :

las sogas en los tobillos,

alas con losas de contrapeso.

Compruebo cada tara con precisión :

el latir arrollado,

el alma trabada.


No se cae

quien no se yergue del suelo.


Si te digo que me alcé,

creerás que miento.

martes, 20 de junio de 2023

PARA QUE YO ME OIGA

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Neruda.

Actriz secundaria. Escena 8. Toma primera

 

No hay ningún interés por escuchar

lo que yo tengo que decir.

Quizá por eso escribo…

para que yo me oiga.

 

Para que yo me oiga

mis palabras se engruesan con tinta.

 

No hay ningún interés por escucharme,

lo sé, nací con ello,

como una marca de nacimiento

ha ido creciendo conmigo.

Cierto es que hubo años de tratamiento

para reducir tal mácula,

pero siempre vuelve,

brota en mi piel y se cuela en los adentros.

 

Luego miro mis trazos emborronados

en cualquier pedazo blanco

y ni siquiera yo, me reconozco en ellos.

Si algún logro he alcanzado,

si en algo me he realizado,

es en desaparecerme,

en “segundoplanarme”.

No, no aplaudas, no tiene mérito alguno.

 

Para que yo me oiga, para que yo me oiga

canto a pleno pulmón los domingos con la aspiradora

y verseo libres estrofas

que corten el cable amarillo

¿o tal vez era el rojo?

de la autodestrucción resacosa.

 

No quiero momentos de gloria.

Sólo abrir la boca y que no se interrumpa.

Sólo abrir las manos y que caiga un gracias.

Sólo abrir el corazón y que no me lo cosan.

Sólo abrir el alma y que no se me vuele.

 

Para que yo me oiga.

Para que yo me oiga.

¡Para que yo me oiga!

Hacen falta lágrimas frente a un espejo,

porque, afortunadamente,

sigo reflejándome en ellos.

 

Como una marca de nacimiento,

nunca tú, siempre ellos.

 

Finalmente,

y como conclusión,

y aún pareciendo hipócrita,

aclararé que

puedo sentirme orgullosa

por haber logrado

lo que desde pequeña

tanto buscaba.

 

Actriz secundaria. Escena 8. Toma cuarta.


jueves, 15 de junio de 2023

Alrededor



Sentada.

En la mesa.

Con el portátil.

Miro al techo.

Grietas. Telas de araña. Bichos.


¡Calla!

¡Mira al suelo!

Polvo. Ceniza. Manchas.


¡Imbécil!

¡Mira al frente!

Cristales con barro. Una flor erguida. Detrás: un cielo gris.


¡Calla!

Quieta en la media distancia.


lunes, 12 de junio de 2023

La leyenda de los pilares escuchantes

 

Y al principio de todo, existieron los pilares.
 
Sólidas piedras de alturas irregulares,
de tonalidades diversas,
de grosores arbitrarios.

Y fue entonces, cuando transcurrido el tiempo
las personas se congregaron en torno a ellos,
de manera natural y sin hacer mucho esfuerzo.
Alguien, un día, decidió hacer a los pilares un techo,
tejados por donde pululan los gatos
y cagan los pájaros.

Más tarde alguien comenzó a hablar al pilar,
y ahí a la sombra se gestaban
horas de interminables palabras
que se colaban por su piel rugosa.
Hay que observar que
nunca se ha descubierto
hasta qué parte del centro
taladran esas palabras,
ni en dónde se aferran.
 
Y así es como cuentan que nació
la leyenda de los pilares escuchantes.
Me lo ha dicho uno de ellos.

martes, 7 de febrero de 2023

LA DE LOS DRAGONES, PRÍNCIPES Y MESAS


Y la muchacha obtusa, tardó más de 40 años en darse cuenta que domesticar dragones y retorcer cuellos de príncipes era una tarea lenta, muy lenta, a la vez que extenuante. 



Un camino infame, recorrido a rastras, huyendo del cara a cara pero encontrándolo en cada vuelta de hoja, así sin quererlo: inesperadamente. 
Sentada en un tronco y posiblemente con un cigarro y con una cerveza, pensaba que, mira por dónde, ella nunca podrá decir que justo cuando era feliz se la torcían las cosas porque nunca había alcanzado esa plenitud, aunque fuera precariamente. 
Si bien, tampoco había tenido momentos dramáticos desde que decidiera cargar su mochila y ponerse en camino para domesticar dragones y retorcer cuellos de príncipes de sonrisa trasversal y mirada lasciva.
Pero es tan, tan, tan verdaderamente iterativo ese trayecto en espiral con centro infinito… que cómo no distraerse en tabernas y lugares que llaman hogar donde perder el propósito de enmienda, dejándote sin fuerzas para domesticar esos dragones sanos y bien alimentados a pesar de las batallas que combatiste contra ellos. 
La autosuficiencia y la autodestrucción van siempre dadas de la mano, prácticamente haciendo un ejercicio de funambulismo equilibrándose para evitar la caída, sí, pero también atollando alcanzar la meta. 
Y de pronto, llega el sendero escarpado cuando ya se tenía controlada la técnica de acurrucarse bajo la mesa salvadora de batallas y se había pillado el ritmo para caminar 10.000 pasos al día. 
Comienza a faltar el aire, hay calambres en las piernas, se podría decir que hay seísmos que mueven el suelo firme que pisabas, pero eso no es cierto, el suelo sigue compacto: eres tú. 
Luchas por seguir andando, miras hacia arriba y, como siempre, nunca hay meta y como siempre piensas: “¿no reventaré de una vez?”.  No.
Pues no, los cráteres no te tragan, no sé muy bien si porque te aferras a los arbustos, o si porque ágilmente te pones en suelo firme o si porque la gracia de esta historia es que su único protagonista siga indemne sin tocar fondo ni salir a flote… 
El caso es que no, que siempre hay escapatoria, porque si de algo pueden alardear las personas obtusas es de dejarse llevar por las riadas, por los vientos y por los senderos cuesta abajo. 

La muchacha sigue el camino, uno cualquiera, porque al fin y al cabo nunca, jamás, se ha molestado en encontrar un rumbo. 
Escondiéndose bajo mesas de madera de cocina, retorciéndole el cuello a dragones y domesticando príncipes. 
O escondiéndose bajo dragones, retorciendo príncipes y domesticando mesas.
O escondiéndose bajo príncipes, retorciendo mesas y domesticando dragones.