miércoles, 29 de mayo de 2013

LÍMITE

Tan sólo unos centímetros nos separan del precipicio que nos arroja vertiginosamente hacia los límites, tal vez infranqueables, tal vez circunstanciales.
Tan sólo un par de piedras, un trozo de tierra y un puñado de hierba:
tan sólido como inestable.
Tan sólo unos segundos nos separan de la locura que nos arrastra irrefrenablemente hacia la frustración, tal vez contenible, tal vez incontrolable.
Únicamente un par de pensamientos, unas sutiles emociones y el recuerdo de una mirada:
tan firme como versátil.
Tan sólo unos centímetros y unos segundos nos separan de la destrucción que nos dispara precipitadamente hacia el vacío, tal vez voraz, tal vez devastador.
Tan demoledor como salvífico.

Siempre tardía, la conciencia se impone cuando desdeñaste aquellos segundos y huiste de aquellos centímetros y en la caída al vacío todo es revelado. 

jueves, 23 de mayo de 2013

TRASCACHEANDO...


Hay lugares donde sólo se detiene el paso,
donde únicamente se puede reposar la cabeza,
descalzar los pies y aflojarse los pantalones,
desabrochar la camisa y lanzar el peso al suelo.

Hay recodos latientes donde exclusivamente
se frena los segundos necesarios para seguir respirando,
donde se inspira el alma
y la clarividencia se instala.

Hay parajes donde encuentras una mesa puesta
y una cerveza fría o un té caliente,
y tal vez una mano que serena,
y quizá unos brazos que acallan.

Hay remansos cálidos donde el alma se silencia
y al son del susurro que apacigua
el cuerpo se acompasa,
y cuando todo está en paz y calma
únicamente se puede alzar la cabeza,
calzar los pies, apretar los pantalones,
abrochar la camisa y recoger el peso tirado al suelo
y proseguir el camino paso a paso
sin volver la mirada al trascacho
a veces vacío, otras solitario,
en ocasiones, temporalmente, habitado.
Alentando estático,
siendo el más fuerte de los cerros
y el más endeble de los páramos.


viernes, 17 de mayo de 2013

SERPIENTE CLAVADA

Escultura de ARISKI


Serpiente aferrada
al tobillo (izquierdo para ser exactos)
Reptando los muslos.
Desdeñando subterfugios.
Enroscándose en la cintura
para clavar los colmillos al vientre.

Yedra enredada
a la mano (derecha para ser precisos)
Deslizándose por el brazo.
Enrollándose a la nuca.
Anudándose en el pecho
para echar raíces.

Llueven los aullidos
como rocío silente
por un tronco sin resuello.

Serpiente aferrada para echar raíces
al tobillo y  mano asida,
al pecho y vientre clavada.

sábado, 4 de mayo de 2013

DAFNE

y en luengos ramos vueltos se mostraba (Garcilaso: soneto XIII)





Esta Dafne no será perseguida por ningún Apolo.
Ningún Zeus se esforzará en salvarla.
Apolo la dejará enraizada en el barro
por las molestias de que a media noche
las hojas de laurel se te claven en la cara.
Nadie salvará a esta Dafne porque nadie la persigue por el parque.
Nadie la vigila en silencio, ni observa sus temores sin aliento.
Porque ¿quién es ella si no una más
del montón de ninfas promiscuas y bastardas?
Esta Dafne que corre sin resuello es,
sencillamente, estúpida sin remedio.

A (CONTRA)PROLUZ


Me encelo de la luz porque estoy a la sombra.
Miro con envidia deseando estar del otro lado,
donde los rayos choquen en mi ventana,
y la abra y me limpie de oscuridad.
Pero estoy a la sombra,
donde sólo puedo mirar celosa la luz
sin sentirla caldeando mi pecho,
donde ella no viene a mí si yo no me levanto del sillón
y bajo al parque y me siento a la luz bajo los árboles
mientras los viandantes miran curiosos
a una joven radiante.
Pero me quedo sentada en mi sillón a la sombra,
mirando recelosa esa luz que sí tiene la otra orilla
y me enfurezco por sus persianas casi bajadas,
sus ventanas cerradas y sus cortinas corridas.
Tienen demasiada luz que no soportan
mientras yo ensueño desde la sombra
que algún día esa luz será también mía.
...................... a contraProluZ..............................

viernes, 3 de mayo de 2013

CORTOCIRCUITO I_I



Adoro esos días en los que todo parece llevarte al mismo punto y pensamiento. ¿Para qué gran y loable hecho? Para nada. Simplemente para nada.
Es como un ronroneo constante de aquello que te circula por la mente y que te hace saber que ese es el hilo que debes hilvanar. Así se van uniendo pensamientos, tesis y antítesis sobre una misma idea hasta que finalmente todo está ya preparado para arrojarlo a borbotones.
Un monotema que te enrolla, que te persigue y estrangula hasta que toma forma de algo y que mientras tanto va enredado en el estómago como un sentimiento de un no sé qué que qué sé yo que quiere salir y no sabe cómo.
El caso es que sigo enredada y sin comprender las absurdas conexiones de mi mente, esas que me hacen olvidar el título, autor, fecha y argumento de un libro, pero que al volver a releerlo me llevan a mi primera lectura, al sitio, espacio y emociones con las que por primera vez iba descubriendo esas palabras.
Recuerdo (y cuando digo recuerdo quiere decir que lo veo tan nítido como en una fotografía) haber leído este libro, hace por lo menos catorce años, en el sillón verde (y no el que ahora está) de mi padre en la sala de estar, con las rodillas dobladas y los pies descalzos sobre el asiento, dejando que los rayos de sol entraran por la ventana y me calentaran, recuerdo la emoción de averiguar por qué es un libro tan fascinante y mi conmoción al sentirme yo entre esas páginas. Pero pasado el tiempo no recordaba su argumento, incluso ahora que vuelvo a leerlo, recuerdo vagamente algún personaje, pero nada de la trama, he olvidado su final y lo releo como un libro nuevo pero sentada en mi sillón marrón con rayas naranjas y donde el sol apenas se acerca a rozar el alféizar de la ventana, recuerdo desde el primer párrafo porqué lo sentí tan mío y cierro los ojos porque me llega el familiar olor del sillón de casa de mis padres. Disfruto de esta nueva lectura evocando aquel primer encuentro y entonces dejo a un lado el libro para afanarme en comprender los extraños cortocircuitos que se producen en mi mente, estos inconexos misterios que me hacen olvidarme de informaciones relevantes de la vida, datos, conversaciones, fechas y que sin embargo me enlazan a fragmentos etéreos y visuales. Esto es mi memoria, esta es la armonía de mi conciencia.
A veces, intento esforzarme por recordar las palabras de una imagen, cuando en ese momento crítico te dicen te acuerdas de lo que te dije”… y yo recuerdo el entorno, las posturas, el sitio, las sensaciones, hasta cómo tintineaban las luces, pero soy incapaz de recordar las palabras se me han esfumado y no las alcanzo aunque consiga recordar el movimiento de los labios pronunciándolas.
Puede ser que tenga algún sendero de la memoria cortado al tráfico, ya estuvo una vez la aorta en obras, quizá por eso no se imprimen las palabras en el recuerdo. Quizá sea que ya tengo tantas palabras en la mente que no caben más y por eso no dejo entrar las ajenas, que mi sistema inmune las rechaza porque ya son demasiadas y más palabras podrían provocar un atasco de dimensiones épicas y entonces las palabras por crear y las palabras vividas se chocarían y provocarían un apocalíptico colapso y ya no sabría las que me pertenecen y las que son prestadas, porque no habría más que lexemas desmembrados por el suelo y sílabas huérfanas y acentos viudos y polvo y ruido por todas partes y todo sin paz y sin latido.
O quizá, simplemente, es que sea tan desastre como dicen que soy.

miércoles, 1 de mayo de 2013

CORTOCIRCUITO


¿Qué indescifrable sinsentido es el que une y enlaza los pensamientos en el caminar?
        De ida iba pensando que conozco la ternura casi tanto como la locura y el espanto de esa rabia que nunca y nada cambia. 
Luego comencé, no sé por qué a devanar la palabra reconfortar, desmenuzándola como un tabón de tierra reseca: re con fortar. volver a dar fortaleza y fuerza, pero con, esto lo cambia todo sin duda, lejos de fortalecerte y reforzarte, al otro extremo de forzar y forcejear, ajeno del esforzarte en fuertes contrafuertes reconfortar qué grandiosa palabra.
         Regresé pensando en que siempre necesito crear palabras nuevas para las emociones que me invaden, intentando encerrar tantas ideas y sentimientos en apenas dos palabras que lo significaran todo, que dijeran exclusivamente eso que tenía dentro: violencia cósmica. Estaba llena de violencia cósmica.
Pero de pronto pasó una pelota delante de mí y entonces pensé que existen dos personas, las que según se acerca una pelota la patean y las que la dejamos pasar de largo, y se me olvidó todo lo que antes estaba pensando y me pregunté a mí misma qué extrañas conexiones son las que tenemos en el cerebro y supe que conozco la locura, casi tanto como la ternura y el espanto de esa violencia que te invade y que nunca y nada cambia.