Si mi cuarto ha dejado de oler a bar a la hora del cierre
no ha sido por ningún Real Decreto…
Si se ha roto el armisticio
no ha sido por los tratamientos genéricos…
Si las inundaciones han anegado el pozo
no ha sido por los oleajes del invierno…
Si he dejado de tomar cafés
no ha sido por el insomnio…
Si estoy atorada
no ha sido por no querer navegarme,
sino porque me olvide de levar el ancla
que aferra el alma a normativas violadas.
Si sequé un llanto
no fue el mío.
Si he dejado de huir
quizá sea porque no encuentro refugio.