viernes, 25 de agosto de 2023

Verano

Deshilachada noche tras noche,

con cabos enmarañados entre humo y sal.

Hibernando el verano,

porque el estío me hastía.

Los días se hacen largos 

e ignoro qué hacer con ellos.


Las noches son pesadas 

y te hacen tomar conciencia 

de un cuerpo desplomado. 


Los amaneceres precoces

me encuentran sin haberme acostado

y gritan al oído

lo que pudo ser y no ha sido. 


Enmarañada noche tras noche

me empeño en solucionar tal enredo.

No tengo mucho tiempo, 

apenas imperceptibles segundos

excavados en la inquebrantable roca

de la levedad de mi ser. 


Y un amanecer te das cuenta

de que es imposible desenredar el ovillo.

Y un amanecer te das cuenta

de que ni siquiera hay tan solo una madeja.

Que esa maraña anudada en el estómago

tiene tantos cabos porque no hay un único hilo.


Tanto deshilachar las horas de la madrugada

se me han enredado las lunas llenas y las menguadas,

se me han entremezclado las estrellas de mi ventana,

las ramas del árbol reverenciado se han hecho raíces,

las arañas rojas han tejido sus tramas imperceptibles.


Y un atardecer te das cuenta

de que sigues sentada en la mesa

gastando insignificantes minutos

en desentramar 

un hilo que no es rojo, 

ovillos que no son de Ariadna

ni hebras de las parcas.