martes, 19 de junio de 2012

ARGUMENTUM AD IGNORATIAM



Intentar despedazar y encajar nuestros pensamientos y sentimientos es imposible… y al final, abatido y magullado por la lucha te preguntas: ¿Y ahora qué?
Se dice que el corazón tiene razones que la razón no entiende, es posible…
Pero después de estudiar las emociones y de seguir leyendo estudios y pedagogías de la emoción y el pensamiento, he llegado a la conclusión, basada en un argumentum ad ignoratiam, de que me da exactamente igual, porque... acaso ¿soy más feliz por proclamar mis emociones? ¿soy más fría por no hacerlo? ¿soy más o menos yo por pensar o por sentir?
Soy yo o ol o oy o lo... simplemente soy enredadamente compleja. 
Sabedora de lo que siento e ignorante de lo que pienso, 
porque es tan versátil el pensamiento que no da tiempo a alcanzarlo y ya se ha modificado.
Hostiguemos al maniqueísmo, 
hay tantos matices y condicionantes en nuestro aliento… 
cada respiración es una cosa y la contraria, 
es una lucha y una tregua, 
una rendición a veces… 
un latido de sublevación y desacato, 
una lágrima de adhesión y éxtasis.
Y es que el día que al levantarte, después de noches de reyertas, te dices: “es cierto, esta es una gran verdad que tenía escondida, hoy la he encontrado, la tengo, soy dueña de ella”… en ese momento, en ese “diminuto instante inmenso en el vivir”, has perdido toda la autoridad sobre ella, se habrá esfumado en cada segundo pensado y tanta fatiga no habrá servido para nada, bueno, para nada no, porque anudada al pensamiento, habrá quedado el sabor de esa sensación, ese latir de lo sentido, ese resuello de lo derramado.
Porque al final, lo único que nos queda es el latido. 
El palpitar incesante de nuestra existencia 
bañado de emociones y pensamientos, 
de duelos y placeres, 
de noches de luna y borracheras.
 Intrínsecamente anudado a nosotros, 
imposibles de desliarse sin deformarse, 
sin desfigurarnos o falsearnos, 
somos un todo diminuto y ridículamente insignificante que se pasa noches en vela intentando vislumbrarse frente a un espejo.
Y al final ¿para qué?
Pues para seguir existiendo, porque ¿qué sería de nosotros si no nos molestáramos en intentar adivinar cuales son los límites de nuestro entendimiento? ¿Si no nos sentáramos al cobijo para aspirar a poner nombre a cada vuelco del estómago y a cada lágrima que se escapa? ¿Si no fuéramos ángeles fieramente humanos que claman al borde del abismo?
Para afirmar, con la última calada, que está bien, que en realidad, en el fondo, la respuesta te es indiferente, porque lo que hoy es una verdad al tiempo es una falacia, y no importa, porque es así como seguimos siendo yo y ol y oy y lo y mucho más.


martes, 5 de junio de 2012

SI ENCUENTRAS LA PREGUNTA PRECISA


Algún día me harás la pregunta precisa
y te diré la respuesta exacta.

Dejaremos de callar lo que callamos
y todo seguirá siendo igual,
igual de doloroso (claro)
pero más cabal
y menos paranoico.
Sabremos la verdad,
no la tuya ni la mía,
sino la del intermedio. 

Algún día te haré la pregunta precisa
y me darás la respuesta exacta.

Dejaremos de ocultar lo que ocultamos
y aunque todo seguirá siendo igual
creeremos esa verdad
que no es tuya ni mía.
Una verdad distinta a las que ya entendemos.

Pero sólo te daré la respuesta exacta
si logras encontrar la pregunta precisa.

lunes, 4 de junio de 2012

SOÑANDO VOY





Una vez me entretuve con un sueño:
     lo tomé, lo solté, le dimos vueltas,
    lo aprendí, me lo puse, fui su dueño
     y pensé que era cosa ya resuelta.
(Sueño Valseado, Silvio Rodríguez)


Hoy es uno de esos días en los que un sueño te merodea y hasta te ronronea enredado entre tus piernas.

Hoy es una de esas mañanas en las que las vecinas te despiertan y te alegra porque estabas viviendo una hermosa historia y no te habías dado cuenta, ya ves (qué ironía) porque estabas  dormida.

Y te acurrucas entre las sábanas para seguir soñando tu dulce sueño y saber cómo acaba…
aunque sabes bien que nunca se acaban, te quedas saboreando cada instante de lo que extrañamente no sabes si sigues soñando o es ya pensado, y te recreas en cada palabra, en cada cara, en cada instante… dejándote llevar hipnotizado por esa historia que está dentro de ti…

Y te levantas (porque al final siempre hay que levantarse) y sigues con los ojos entornados para no perder ese regusto a sueño inacabado.
Te aferras a él, casi lo dejas encerrado para que no se pierda y en la noche puedas recuperarlo.

Y sales a la calle y caminas y trabajas y tomas café…
pero tu sueño te sigue enredado en el pelo, anudado a tu alma…
¡FeliceS SueñoS!