miércoles, 23 de enero de 2013

...SECÁNDOSELOS CON LA TOALLA


y se pone a lavarles los pies a los discípulos,
secándoselos con la toalla que se había ceñido…

Llevo años dedicada al cuidado, de otros, más que de mí misma, pero no ha sido hasta hace relativamente poco que el significado más profundo y metafísico de esta palabra me ha calado el alma.
COGITARE _coidar _cuidar
Siempre he cuidado desde el COGITARE más popular, el de prestar atención para conservar algo y no ha sido hasta que me he encontrado “cuidando” del secar unos delgados pies, algo inseguros y que no ven dónde se detiene mi mano o cómo va a frotar la toalla contra la piel, cuando realmente he llegado a ese COGITARE en desuso del pensar, reflexionar y del meditar, de adentrarte en lo realmente valioso que es poner los cinco sentidos en la tarea más sencilla, a aprehender el respeto que supone llevar a cabo un acto tan habitual, pero que, sin embargo, considero que ha de hacerse con la extrema delicadeza de la ternura.
No soy madre, quizá si lo fuera ya habría descubierto esto mucho antes, pero lo hago ahora, aunque siempre he cuidado con el corazón más que con teorías, olvidando horarios y disciplinas cuando se trata de gozar de las personas y de sus rituales diarios, pero hasta este minúsculo e insignificante hecho tan cotidiano, no había llegado a comprender la capacidad que tenemos en nuestras manos los cuidadores, los guardianes de la dignidad de quienes han sido silenciados, los conservadores de la exclusividad de cada persona (con sus manías, rutinas y olvidos), los que prestamos atención a aquello a lo que el otro no alcanza.
Hay muchas formas de llevar a cabo cualquier acción cotidiana de la vida, pero lo cierto es que cuando por fortuna una de ellas te revela una emoción sutil y te azuza el pensamiento, no puedes por menos que compartirla para que el resto del mundo entienda por qué estamos tan locos y felices de ser lo que somos y de hacer lo que hacemos cada día. Ni más ni menos.

lunes, 21 de enero de 2013

DE VUELTA DE LA TIERRA PROMETIDA


¿Qué de cierto hay cuando, al fin, posas tus pies en la tierra prometida?
Has llegado, lo sabes, pero ignoras todo lo demás.
Quieto, inmóvil ante el horizonte tantas veces soñado. Descentrado.
Evocando los recuerdos de lo que esperabas que ibas a encontrar ante tus ojos y que ahora
se muestra arrogante ante ti, insolente, confuso, magnánimo.

Un ápice de terror atraviesa la euforia de la conquista.
El abismo de lo soñado.
El crujir de las ilusiones acomodándose al calor de la leña.
El chasquido de lo ansiado.
El humo de lo imaginado.
El olor del recuerdo amarrado al alma.

Parado ante el arco de la entrada.
Aprietas los puños, frunces los labios y contraes tu sexo.
Cierras los ojos y vacilante dejas que el aire te golpee, mientras, sientes en la nuca el escalofrío
y en tu retina un arco de piedra se va volviendo borroso e insignificante.

domingo, 13 de enero de 2013

RECONQUISTA


Tuércele y retuércele el cuello al príncipe,
hasta que sus labios sean tan azules como su alcurnia,
si ahora resulta que la princesa no despertó
por un candoroso beso de amor.

La princesa está triste…
los suspiros se escapan de sus labios de fresa
y palpita ardiente contra la silla de oro
soñando del piano notas en clave de do.
Pero ya todo eso da igual,
la princesa está turbada…
y los gemidos se escapan de sus labios de granada.

Cómete al lobo feroz, amordaza a la madrastra y somete al príncipe azul;
El dragón se ha escapado… la ira de su fuego roza las mejillas...
no tardará en regresar.
Y mientras tanto abrasa,
con sus inoportunas llamas de orgullo y suficiencia,
la espalda marmolea de la princesa insensata.

Todo son preguntas sin sentido,
fragmentos descoloridos
y callejones sin salida ni esquinas,
la caída del impero, el asedio al reino del orden y de la omisión.

Y qué más da si al cerrar los ojos siga viendo con nitidez,
si los dedos siguen deteniéndose sobre el teclado,
si el pulso se acelera y aplaste el pecho como una roca…
hasta entonces hay que seguir dando bocanadas
para seguir vagamente existiendo
mientras le tuerce y retuerce el cuello al príncipe, a la madrastra y al hada
en la apacible cloaca de rana.